Se alzaban los arenales
en negros torbellinos de misterio.
Se nos marchaban las piedras
como ciervos sorprendidos.
Cabalgaban los árboles el río
y un puente de ceniza
levantado por el miedo
nos llamaba.
Si el carbón se ha vuelto airado,
si la lluvia no le sirve
de consuelo,
tendremos que cerrar
todas las puertas.
Tendremos que olvidamos
de que somos
constructores de túneles
o llanto.
Se alzaban los arenales
y la tierra
nos machaba de tristeza
el pensamiento.
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