Llevaba tantos años y palabras
que nunca estábamos seguros
de haber sido escuchados
por sus sueños.
< Tres hijos en la mina...>
Y el vientre se le hacía
como un hueco
donde han nacido flores.
Sus labios eran ciegos
para otra cosa que no fuera
la esperanza.
< Tres hijos allá dentro...>.
Y volvíamos a saber
con cuánta fuerza
están sangrando siempre
los mineros
que no han vuelto.
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