domingo, 11 de septiembre de 2011

EL MONTE


El monte no sabía

que por sus venas

caminaban los hombres

a mordiscos.

El monte no lloraba

si en su pecho

nacían gritos de aliento

destrozado.
No podía comprender que de sus huesos
salieran las hogueraso el caballo

que habita nuestras máquinas.

El monte no sabía.

Por eso estaba siempre

como un perro
allí tendido.

No sabía que existen hombres

conducidos a ser roca
y morirse
bien plantados.

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