domingo, 11 de septiembre de 2011

LOS CABALLOS


Cuando el sol se nos regresa

de su huída

volvemos por el río

con los caballos.

Cuando está la tarde apenas


encendida, los traemos


para que también el aire


pueda verlos.

Para que puedan nuestras voces

encontrarlos.

Altivos como un viento


cincelado,


como arenas de verdad


entre los dedos.


El negro no les duele


ni los carros


que se llenan de cansancio.


Los caballos de la mina

nos esperan

cuando el sol pierde la tarde


en los sembrados.

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