la tierra. Hasta el carbón
llegó a saberlo por aquella
semejanza de alarido.
Nació para el cansancio
y para el miedo,
nació para la ira
y las pisadas.
Un hombre para ser
conductor de árboles muertos.
Habitante de la noche
y de la ausencia.
Nació para ser río
entre montañas
y camino que se ensaya
sin que pueda
llegar nunca
a ser sendero.
Por un grito lo supo
hasta la tierra. Por un
grito.
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