Catorce años llenos
de un fuego semejante
a la esperanza.
Tenía catorce años
y ya el miedo
le había reconocido
como suyo.
Si un tronco golpea el pecho
deja siempre
alguna huella.
Pero un golpe de carbón
está siempre debajo
de la piel.
Catorce años, y bajaba
ilusionado,
como si buscara cada día
un nuevo silencio.
Con todas las venas surcadas
por sonidos
semejantes a la risa.
Tenía catorce años,
pero ahora se le ha quedado negra
la mirada.
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